El rescatista de tesoros prehispánicos en el Aburrá Sur


Alejandro Calle Cardona

Crónicas y reportajes / septiembre 19, 2019

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Los tesoros siguen apareciendo bajo la tierra en nuestros municipios. Durante las obras de remodelación del parque principal de La Estrella y las cuadras aledañas para mejorar el acceso de los peatones, se reportaron hallazgos arqueológicos que datan de la época prehispánica y del periodo republicano. Los fragmentos de losas, vajillas, cerámicas, y las conducciones de agua están en un rango cronológico que va desde los años 1800 hasta 1920 aproximadamente.

POR JULIANA VÁSQUEZ POSADA | 20 DE SEPTIEMBRE 2019

El material arqueológico sorprendió a la comunidad y ahora los curiosos esperan poder visitar el museo in situ que la Alcaldía ha previsto una vez que la obra esté terminada, en una de las calles aledañas al parque principal. Pero esta no es la primera vez que vestigios de poblaciones pasadas salen a la luz en La Estrella. Hace unos 6 años el área de Patrimonio inició el proceso de identificar y catalogar una colección con solo tres vasijas completas, pero más de 15mil fragmentos de cerámica y herramientas líticas, que fueron recuperados informalmente en periodos desconocidos de la historia.

Detrás de estas investigaciones con tanto valor cultural, histórico y Patrimonial está Juan Pablo Díez Ramírez, un antropólogo y arqueólogo itagüiseño con experiencia de más de diez años en proyectos de este tipo en todo el Valle de Aburrá y Antioquia.

Este Howard Carter criollo no llegó a la práctica de arqueología por azar. Desde siempre sintió afinidad por esta profesión, pese a que su familia soñaba con tener en casa a un ingeniero, querían que estudiara “cualquier cosa que diera plata”, por eso, solo hasta que cursaba cuarto semestre le reveló a sus padres que iba a ser antropólogo, “mi papá lo tomó bien y mi mamá se echó la bendición y no me habló durante un mes”, dice entre risas Juan Pablo y agrega que, para él, no hay carreras que den plata, los buenos profesionales progresan y los malos no.

No había terminado su formación profesional cuando decidió crear el semillero de investigación SIPAH, para ahondar en temas de patrimonio, ambiente e historia. Dos años más tarde su semillero se convirtió en una corporación con cinco líneas de acción, en la que hoy participan más de 25 profesionales de este campo.

“La profesión del arqueólogo ha sido mal entendida y muy mal vista en el gremio constructor. En su imaginario nosotros somos los que retrasamos las obras y frenamos los procesos, pero la realidad es que eso pasa porque nos buscan cuando ya tienen el hallazgo ahí y no saben qué hacer con él”, explica Juan Pablo para referirse al papel que él y sus colegas han cumplido por más de 10 años en diferentes obras por todo el Valle de Aburrá.

NUEVA ARQUEOLOGÍA EN COLOMBIA

Con la puesta en marcha de la ley 1185 que modificó la Ley General de Cultura, los estudios arqueológicos para adelantar cualquier obra civil o urbanística se convirtieron en un requisito indispensable. Sin embargo, asegura Díez, todavía hoy muchas constructoras no los hacen.

Desde entonces, la corporación SIPAH ha acompañado las investigaciones de este tipo en obras tan importantes como las de Metroplús en Itagüí, en el tramo 2A de Envigado, en la troncal de La Aguacatala; el Cerro de las Luces en Itagüí, la Ciudadela Universitaria Pedro Nel Gómez en Medellín, el puente de la 4 Sur, la nueva sede de Telemedellín, la remodelación del parque de La Estrella, entre otras.

En todas ellas han encontrado estructuras del periodo Republicano, en adobe macizo y en piedra, asociadas a conducciones de agua, pisos de viviendas y andenes.

Todos los hallazgos son especiales y diferentes, dice este arqueólogo que ha encontrado objetos de casi 3 mil años de antigüedad, pero, más allá de redescubrir estos tesoros patrimoniales, el valor reside en poder asociarlos con los de otras zonas de la ciudad, haciendo rastreos históricos para entender que pasó en esa temporalidad en toda la región y que no se queden como objetos de anticuario con una valoración personal sino que sirvan, por ejemplo para entender las dinámicas de los pobladores de otras épocas, “para saber en qué condiciones vivían y por qué se producían ciertas enfermedades. Datos como esos los encontramos en los patógenos de los sedimentos de las conducciones de agua”.

Cada estudio arqueológico es como una nueva expedición. Emprenden un camino sin saber a dónde van, ni si van a encontrar algo ni qué van a encontrar, al final siempre han celebrado: “es muy emocionante, aunque de inmediato piensas en cómo explicarle al ingeniero que dirige la obra que el proceso se puede demorar unos días más mientras estudias el hallazgo y defines si hay que retirarlo o si se puede tratar para dejarlo sepultado o a la vista, como una especie de museo in situ”, agrega Juan.

Cuando le preguntan si hay un hallazgo que tenga un lugar especial en su corazón, Juan Pablo no duda en responder. Y no tiene uno, tiene tres: los yacimientos arqueológicos e históricos encontrados en las obras de Metroplús en Itagüí, su tesis de grado con la que halló un cementerio prehispánico en la Loma de los Zuleta del mismo municipio, el del Cerro de Las Luces, que es oficialmente el primer hallazgo arqueológico de Itagüí con tumbas indígenas no guaqueadas.

Ahora, él y su equipo han emprendido una nueva aventura en el Parque de los Petroglifos, un hallazgo reportado desde 1954 en el barrio Calatrava de Itagüí y que de no ser por el trabajo de Sipah y otros colectivos culturales ya hubiera desaparecido. Allí  actualmente adelantan investigaciones arqueológicas con el apoyo de la Alcaldía de Itagüí para proteger este patrimonio, uno más que se preserva por la terquedad y la pasión de Juan Pablo.


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