Tras 26 años de creadas, las plazas de vicio siguen intactas en Medellín
“Solo falta que los ciudadanos tengan que contribuir, con sus impuestos para que se prepare una gran torta para celebrar los 26 años de existencia de más de 20 plazas del tráfico de droga que persisten en el tiempo en las comunas 3, 8, 9 y 10, en la ciudad de Medellín…
Con voz triste, que denota desaliento y sobre todo desesperanza, rememoraban varios líderes sociales su trabajo en Medellín. Muchos de ellos llevan años haciendo su labor juiciosamente, más por el amor a su comunidad que por los beneficios que podría producir un trabajo social que, en la mayoría de los casos, no tiene ningún tipo de remuneración.
Para los líderes sociales, una de las cosas que más los ha impactado ha sido lo inútil que resulta denunciar ante la Administración Municipal, la Fiscalía o la Policía, los casos de violencia y criminalidad en nuestras comunas. Parece que a ninguna de las entidades mencionadas ni a sus dirigentes les importa lo que ha pasado en las últimas décadas.
Es tanta la indignación y la falta de confianza en el Estado que algunos líderes afirman que solo falta que los ciudadanos tengan que contribuir, con sus impuestos “para que se prepare una gran torta para celebrar los 26 años de existencia de más de 20 plazas del tráfico de droga que persisten en el tiempo en las comunas 3, 8, 9 y 10, en la ciudad de Medellín, a pesar de las denuncias contundentes que hemos presentado puede más el poder del dinero que las voces ciudadanas”. Y es que solo falta eso, celebrarle el cumpleaños a unas organizaciones criminales que cada año fortalecen sus estructuras al parecer con el guiño de un sector de la institucionalidad.
Llama la atención que durante los años que señala el testimonio la propaganda oficial ha dicho que miles de millones de pesos han estado bien invertidos, que los ciudadanos pueden estar tranquilos, sentirse seguros y que pueden confiar en sus autoridades. Según el relato esto no ha sido tan cierto y permite deducir que muchos de esos recursos se fueron literalmente a la basura ya sea porque llegaron a manos del crimen o de la corrupción o porque no fueron efectivas la acciones para contrarrestar el fortalecimiento de estos ilegales.
Resulta que desde hace más de veinte años muchos de los líderes sociales han venido denunciando lo que ocurre en sus barrios respecto a violencia, criminalidad y corrupción administrativa, pero con mayor preocupación han denunciado la existencia de las plazas de vicio en lugares donde venden indiscriminadamente a niños, adolescentes y adultos todo tipo de drogas alucinógenas; e incluso observan con horror —y callan por miedo o falta de respaldo institucional— cómo se ha venido implementando la utilización de los centros educativos como lugares de expendio y distribución de droga. “¿Qué va a pasar con la comunidad si sigue aumentando el consumo de drogas en nuestros niños, niñas, adolescentes y adultos? El futuro es incierto para nuestros territorios y quienes los habitan”, comenta un líder.
No es posible que las denuncias con pruebas contundentes que contienen direcciones, nombres, actividades y posibles nexos con miembros de la fuerza pública sigan reposando en los archivos de la Fiscalía, la Policía y la Alcaldía de Medellín, obviamente también los han tenido en sus manos no pocos políticos en los que se incluyen algunos de talla presidencial.
26 años después estos líderes caminan por esas calles, esos barrios viendo las mismas casas de vicio que trabajan arduamente en las mismas direcciones denunciadas y a los herederos coordinándolas en compañía de otros uniformados que no son solo patrulleros ocupando el espacio público no para proteger al ciudadano como debería ser, sino que están allí para cuidar las plazas que les aportan ingresos no despreciables, ellos lógicamente también son herederos de otros que se fueron, la nómina paralela sigue intacta y es hereditaria, solo el tiempo avanza pero el negocio sigue creciendo, para beneficio de unos pocos en detrimento de muchos.
Por eso, esos líderes sociales que son unos luchadores en la cotidianidad de esta urbe, invisibilizados muchas veces recuerdan la frase célebre de los jefes de los expendios de la droga, “aquí la policía está para que nos haga los mandados”.
Lo escrito aquí más que una denuncia debería servirle a la nueva administración de la ciudad en cabeza del alcalde Federico Gutiérrez y al comandante de la Policía José Gerardo Acevedo, como una reflexión sobre lo que está pasando en las comunas y corregimientos de la ciudad, la intervención no debe ser solo en algunos territorios, la intervención debe ser general, las comunas 3,8,9 y 10 podrían ser las próximas.
Apunte urbano
Espero que la ciudadanía no siga siendo testigo muda de esta realidad que la consume, igualmente espero que esta institucionalidad este a la altura de los desafíos que se exponen diariamente.
Fernando Quijano- Analista en seguridad
*Columna de opinión que no compromete a la línea editorial de CIUDAD SUR