Bebés de Pan de Azúcar tienen su propia biblioteca  


Alejandro Calle Cardona

Educación / abril 21, 2019

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Un pequeño universo de colores. Eso es la “bebeteca” de la vereda Pan de Azúcar de Sabaneta, que abrió sus puertas hace dos meses.

POR JULIANA VÁSQUEZ POSADA

Para llegar hasta ese rincón del municipio más desarrollado de la región, hay que subir una pendiente por donde ya aparecen las nuevas edificaciones. Al llegar a la cima se respira un aire frío, más limpio que abajo donde los carros y los edificios ahogan. Pareciera un mundo paralelo y aún no descubierto por la mayoría de quienes habitan Sabaneta. Seguro que mucho ni siquiera saben de su existencia.

Por la vía transitan caballos, niños y sus padres caminando y uno que otro carro. Pan de Azúcar es una de las ocho veredas de Sabaneta donde la población es netamente rural y muy joven con un crecimiento poblacional importante por cuenta del embarazo juvenil.

Sus espacios públicos apenas están ganando terreno. Un pequeño parque infantil, una cancha de grama sintética y una ludoteca recién inaugurada que se convirtió en el paraíso para los más pequeños que se ahogaban en las pequeñas casas que habitan a diario.

Un teatrico con títeres en formas de vegetales, elementos naturales y animales, dos aulas abiertas para juegos, una zona de gimnasio para bebés, dos mesas redondas con sillas de no más de 40 centímetros de altura, juegos armables, instrumentos musicales, piscina de pelotas y una minibiblioteca conforman uno de los pocos espacios para el esparcimiento que tienen los niños entre 0 y 6 años de esta vereda.

“Lo más significativo es que los chicos encuentran aquí un lugar para ser libres, para entretenerse, con todas las comodidades, es como un parque de diversiones en el que también aprenden”, dijo con emoción la docente encargada de la bebeteca, Luz Dary Escobar Bolívar, mientras recoge lo que dejaron sus pequeños estudiantes.

María Guadalupe tiene 6 años y le gusta ver televisión, de hecho hasta hace dos meses era su plan favorito en las mañanas antes de ir a la escuela. Pero su plan cambió de manera sorpresiva y ahora prefiere pasar un par de horas de juego con su hermana Julieta de 3 años, que disfruta al máximo la piscina de pelotas. “Yo, como ya estoy grande, hago otras cosas como armar rompecabezas y ver los dibujos de los libros”.

Hansel y Gretel, Pinocho, La Ratita Presumida y Aladino y la Lámpara Maravillosa son algunos de los títulos de la divertida colección de cuentos que despierta la curiosidad de los niños y con la que tienen su primer acercamiento a la lectura, oportunidad que celebra Estefanía Muñoz, la joven mamá de María Guadalupe y de Julieta. “Aquí mi hija mayor refuerza lo que aprende en el colegio y ya está interesada en aprender a leer con la ayuda de la profesora. Las dos disfrutan mucho cuando vienen y yo estoy feliz con este regalo tan maravilloso”.

A esta ludoteca también llegan los nuevos habitantes de Pan de Azúcar. Por lo menos 25 bebés hacen parte de los programas de estimulación y desarrollo; allí también las mamás gestantes, todas jóvenes, aprenden también el oficio de ser madre.

“Aquí tenemos una población de madres muy jóvenes, entre los 15 y los 20 años, que necesitan aprender a alimentarse o estimular los sentidos de sus bebés y para eso es este lugar”, agrega la profesora. Por eso este pequeño rincón la conocen como la “bebeteca”.

Y es que este espacio es diferente a una ludoteca común, explica el subdirector de Infancia y Adolescencia de Sabaneta, Fáber Álvarez, pues “está diseñado y dotado con materiales específicos para el desarrollo sensorial y de locomoción en los primeros años de vida, y para estrechar la relación con las mamás desde el mismo momento de la gestación”.

En Sabaneta la población infantil entre 0 y 6 años en hogares comunitarios es de 180 niños y solo en la vereda Pan de Azúcar se registran 28 mujeres gestantes o lactantes que pertenecen al programa Madres Fami del Icbf.

Los niños de los cuatro hogares comunitarios de esta frío pero tranquila vereda se turnan las mañanas para ir a jugar a la Ludoteca y en las tardes está abierto a toda la comunidad, que poco a poco se apropia de este espacio. Al caer el sol el salón está vacío, en silencio, sin alma, casi que sin vida. Hacen falta los niños, los reyes de este pequeño mundo de colores.