El paraíso escondido de Envigado
El recorrido inicia en la vereda Arenales, a la cual se puede llegar en bus integrado, en bicicleta o caminando, aunque el ascenso es empinado y exigente. Desde allí, se avanza en búsqueda del cauce de la quebrada La Miel para adentrarse en uno de los lugares más hermosos que tiene el sur del Valle de Aburrá: el chorro de Las Campanas.
El camino es marcado con señales de colores para evitar que los caminantes primerizos se extravíen. Son cerca de tres horas de ascenso en medio de una espesa y húmeda vegetación, grandes árboles, y aguas cristalinas. Tras cinco kilómetros de bosques nativos, el ambiente se hace más frío y aparece el chorro con una caída de más de 60 metros.
Muchos se conforman con llegar hasta Las Campanas, otros disfrutan del pequeño charco natural, y unos cuantos se arriesgan a subir hasta la cima para descender sobre la cascada. Cada fin de semanas, diferentes empresas de deporte de aventura como Medellín Bungee ayudan a los más osados a disfrutar de esta experiencia, por lo que recomiendan asesorarse antes de adquirir cualquier paquete y valorar más la seguridad y experiencia que el precio.
El descenso se divide en dos etapas. En la primera, el contacto con el agua es mínimo hasta llegar a una pequeña represa natural, donde los expertos coordinan la segunda parte. Pese al amarre y descender con la ayuda de dos cuerdas, los chorros se hacen más fuertes y golpean el rostro hasta el punto de dificultar la respiración. Llegar rápido al charco es el objetivo más urgente.
El chorro de Las Campanas es uno de los sitios turísticos más hermosos de Envigado y deseado por los amantes del senderismo y el torrentismo. Una excelente opción para practicar deporte en familia, pero también para disfrutar y preservar este rincón natural del sur del Valle de Aburrá.
Por: Sara Castañeda