CRÓNICA: Luego de 86 años de historia, la plaza de mercado de Envigado cerró sus puertas para dar inicio a la construcción de la nueva estructura. Aunque los comerciantes apoyan las obras, no ocultaron su nostalgia por dejar a sus amigos y abandonaron sus locales en medio de la incertidumbre mientras que regresan a la que es su casa.

POR ALEJANDRO CALLE CADONA | PUBLICADO 1 DE MARZO 2022

A las seis de la tarde del lunes sonó la alarma indicando que terminaba el último día de la vieja plaza de mercado de Envigado. El 28 de febrero será un día que no olvidarán los más de 80 comerciantes que cerraron las persianas de sus locales vacíos, en los que fueron testigos de décadas de una de las pocas plazas que sobrevive en el Valle de Aburrá.

En una pequeña radiola al ingreso se escuchaba un bolero que se ahogaba con el sonido de otro, pero este provenía de un pequeño bar en el local contiguo a la registraduría, donde algunos pasaban la tarde entre trago de aguardiente y cerveza, sin importar lo que a su lado sucedía.

El último día de la vieja plaza fue frío, como si el mismo cielo presagiara lo que en los locales ocurría. Fabio Hernán Valencia llegó, como cada mañana desde hace 20 años, a las 7:30 de la mañana a su pequeño negocio de materos, tierra de capote, jaulas y demás elementos de jardinería.

Jardines Plaza fue creado por su tío hace cuatro décadas, pero desde hace dos sus padres lo adquirieron. Los clientes no fallaron ni en el último día, por eso asegura que extrañará la plaza, su gente, los amigos y el ambiente entre comerciantes.

“Estamos muy tristes porque es nuestro último día, dejar nuestros locales y a los amigos porque todos nos convertimos como en una familia, pero esperamos volver porque sabemos que la obra es necesaria”, dijo en medio de la nostalgia a pocas horas del cierre.

Por los pequeños pasillos se cruzaban los compradores que llegaban para aprovechar las últimas ofertas de quienes querían vender todo lo que fuera posible, mientras otros sacabas las últimas mercancías para terminar el trasteo a sus nuevos puntos de ventas con la esperanza de que allí, también llegarán sus clientes más fieles.

El aviso “Nos trasladamos para…” adornaba algunas persianas. En otros locales sonaba el martillo y otros ya estaba cubiertos con tela blanca. Otros barrían lo que quedaba en el suelo, aunque sabían que los recuerdos permanecerán así paredes vayan al piso.

“Ver el local vacío es duro, yo estoy que me tomo una botellita de aguardiente y me pongo llorar. Acá hay muchos momentos vividos, vamos a extrañar todo, la alegría, el cariño de todos; hoy solo pudimos terminar de recoger las cositas para mañana empezar en el nuevo local”, dijo doña Omaira Marulanda, propietaria de ‘La bendición’, un local de plantas medicinales que antes del incendio del 2008 era carnicería.

Su esposo y nieta ayudaban a sacar lo último en un carro de mercado, mientras que en la pequeña zona de comida, Nohelia servía los últimos sancochos y platos de mondongo; el lustrabotas brillaba sus últimos zapatos en la banca frente al parqueadero. El carretillero ayudaba a sacar la mercancía para montarla al furgón rojo que esperaba afuera.

Aunque no saben qué será de su futuro en los próximos 13 meses, tiempo en el que se espera construir la nueva plaza, todos esperan que la nueva estructura sea mucho mejor de lo que hoy tienen. “Sé que vamos a regresar y tendremos una plaza mucho mejor, después del incendio esto quedó muy afectado y los techos y paredes pueden ceder. Solo esperamos que nos cumplan y nos respeten el local que tenemos acá y volver a encontrarnos todos”, dijo Fabio.

Aunque algunos atendieron a sus clientes hasta el último minuto, a las seis de la tarde sonó la alarma que daba la señal de cierre luego de 86 años de historia de la tradicional plaza de mercado que será transformada y contará con la zona de mercado renovada, pero también con plazoleta gastronómica y zona coworking.