La vida y el color regresaron a esta zona gastronómica de Envigado. Tras cinco meses de aislamiento que provocó el cierre de varios de sus restaurantes, hoy los que sobreviven reciben nuevamente a sus clientes. Las mesas pasaron a ocupar la vía para hacer de este un gran restaurante a cielo abierto como en las principales ciudades del mundo.
POR: JULIANA VÁSQUEZ POSADA
El nombre se copió del que en antaño fue uno de los sectores gastronómicos más reconocidos de Medellín por las selectas cartas que ofrecían sus restaurantes. Era la Calle de La Buena Mesa en el barrio Manila de El Poblado, cerca de la estación de policía.
Pero en la última década, las buenas mesas se multiplicaron por otros sectores de la ciudad y el Valle de Aburrá. En Envigado fueron asentándose sobre la calle 30 Sur y sus alrededores, cerca de la iglesia de San Marcos.
“Al principio cuando uno decía La Buena Mesa en Envigado, nadie sabía dónde era, siempre había que referenciar a los amigos diciéndoles que subieran por la loma del MacDonals”, recuerda Alejandro Velásquez, antiguo propietario de un almacén de calzado y accesorios, quien vio cómo en este sector del barrio Jardines algunas viviendas pasaron a ser restaurantes.
En poco tiempo la gastronomía del mundo se reunió en solo dos manzanas. La comida americana, mexicana, italiana, peruana, la argentina, la asiática y por su puesto la típica colombiana. Aparecieron también los postres, los panes artesanales, la pastelería, los helados, la comida saludable y la que no lo es tanto.
Los comensales aumentaron y en pocos años el sector se popularizó tanto que la alcaldía y la comunidad comenzaron a soñar con la posibilidad de peatonalizar algunas cuadras para que esta buena mesa estuviera a la vanguardia de otras zonas gastronómicas internacionales.
Pero el coronavirus llegó y frenó todo. La pandemia y aislamiento interrumpieron el proceso y las restricciones al sector provocaron el cierre de varios de los restaurantes. La soledad y el silencio se apoderaron de una de las zonas más concurridas del municipio y aunque algunos pocos continuaron trabajando a puerta cerrada y a domicilio, los carteles de “se arrienda” se multiplicaron en ventanas y rejas. Parecía el fin.
BOULEVAR AL AIRE LIBRE
Tras 170 días de haber iniciado la pandemia y del cierre preventivo de los restaurantes, hoy la Calle de la Buena Mesa intenta recuperar su vida y ese sueño de convertirse en un restaurante al aire libre parece convertirse en una realidad.
El anuncio lo hizo alcalde Braulio Espinosa cuando dio a conocer el proyecto de peatonalización y la fase de diseño para la construcción el próximo año. Con la noticia se reavivó la esperanza de los propietarios de los restaurantes, los comensales y la comunidad en general, pues este sueño no solo tuvo que sortear la reciente crisis que paralizó al país, sino también a quienes se opusieron desde que se planteó esta posibilidad hace casi cuatro años.
El primer intento ocurrió en 2016. La propuesta de la Alcaldía en aquel momento era intervenir siete calles como parte de la estrategia “Mete el Cambio”, que buscaba generar conciencia en todos los actores de la vía, así como recuperar espacios para el peatón e incentivar una movilidad más sostenible.
El proceso fue complejo y lograr el cambio de chip de la comunidad para que dejara el carro en casa y decidiera recorrer la ciudad a pie o en otros medios de transporte público, tomó varios años. El pasado 25 de agosto las primeras mesas reemplazaron los vehículos y ocuparon la carrera 44 A, los propietarios de restaurantes instalaron carpas, luces, mesas y sillas para darle la bienvenida nuevamente a sus clientes.
Y no tardaron en llegar. Algunos en busca de un café, otros de una hamburguesa o una carne a la parrilla. Pero todos, sin excepción, querían sentir nuevamente esa libertad de poder compartir un rato con amigos. “Es lindo poder tener de nuevo contacto con la gente, hablar con ellos, atenderlos en la mesa, así sean pocos. Pero es mejor verlos que solo hablar con las personas por el chat de un celular”, dijo Agustín Romero, un ingeniero industrial y pastelero argentino que se radicó hace ocho años en Envigado y creó Los Porteños.
Fue uno de los últimos en llegar a este sector. Lo hizo en octubre pasado luego de haber atendido a todos sus clientes desde su casa en el mismo barrio. Ahora, al ver algunas de sus mesas nuevamente ocupadas, no oculta la felicidad de preparar sus media lunas y helados. “Nos tocó armar un miniporteño en la calle, pero vale la pena”, dice.
EL PLUS DE LA BUENA MESA
Pero no solo la deliciosa comida invita a visitar este lugar. En la Buena Mesa también está el primer restaurante del país certificado por el Icontec en “Check in Covid-19 bioseguro”. Se trata de Emilia Steakhouse, que abrió sus puertas al público hace un poco menos de un año.
“Estamos muy orgullosos de haber tomado esta iniciativa de la certificación porque con eso le garantizamos a nuestros clientes que pueden venir a nuestro local con la tranquilidad de que las medidas que tomamos son de la más alta calidad para evitar al máximo el contagio del Covid19 y de cualquier otro virus”, dijo Juan Esteban Morales, socio de este restaurante.
Él, al igual que todos los empresarios de la zona, confían en que la peatonalización posicione a la Buena Mesa como un sector turístico de interés nacional e internacional. Con esta intervención se beneficiarán cerca de 40 negocios entre restaurantes, bares y reposterías. Por ahora, la Alcaldía de Envigado destinó 200 millones de pesos para realizar los diseños de la nueva calle y se espera que las obras de adecuación comiencen en el primer trimestre de 2021.
La vía por la que dejarán de circular vehículos para darle paso a una calle iluminada y exclusiva para peatones, con restaurantes a lado y lado, será la carrera 44 A entre las calles 30 sur y 31 sur, la misma en la que hoy abundan las mesas de varios restaurantes y los comensales disfrutan de un servicio a cielo abierto como parte del plan piloto para reactivar a todo el sector gastronómico durante la pandemia.
En este ejercicio de prueba también participan otros sectores como El Dorado y la vía Las Palmas, porque después de cinco meses de aislamiento y casi nula vida social, un buen plato siempre será una buena excusa para tomarse la calle.