Luego de varias semanas en estado delicado de salud, falleció don Darío, el creador del famoso perro “cebolludo” de Envigado, quien deleitó con su famosa receta por cerca de 60 años en una esquina bajo una pequeña carpa verde y naranja. Esta es su historia:
POR JULIANA VÁSQUEZ- FOTOS: ALEJANDRO CALLE CARDONA
Por más de 50 años “Darío, El cebolludo”, como aparece en el registro de Cámara de Comercio, instaló su pequeño negocio en la esquina de la calle 37 sur con la carrera 40, pleno centro de Envigado. Allí, debajo de una sombrilla verde y naranjada como los colores de su amado municipio, preparó sus perritos cebolludos en fogón de petróleo, cada noche, todas las noches del año, incluyendo festivos, semana santa, 24, 25 y hasta 31 de diciembre.
Ni siquiera la pandemia acabó con este tradicional negocio callejero. Luego las quejas de los vecinos por el ruido que hacían algunos clientes obligaron a moverse un par de cuadras, cerca de la Plaza de Mercado.
“Estos perros ya son una comida típica de Envigado”, dijo don Darío en aquel entonces, mientras dejaba caer unas cuantas cucharadas de picadillo de cebolla blanca y tomate verde sobre un delicado pancito con salchicha y mantequilla. Sus perritos, además, llevan ripio de papa y todas las salsas comunes de las comidas rápidas.
Del peso a los dos mil quinientos
Hace medio siglo no cabía en la cabeza de nadie pagar 2.500 pesos por un perro. Un peso y luego 1.15 pesos era lo que pagaban los transeúntes por los perritos de aquella época cuando se acercaban al carrito verde que data de más de 50 años atrás y que sigue siendo la imagen con la que muchos lugareños reconocen la esquina de “los cebolludos”.
La receta tardó dos décadas en encontrar su punto. A la receta tradicional del perro le adicionó repollo, tomate maduro y algunos otros ingredientes, pero varios años después, “El Cebolludo” sintió que sus perros no tenían lo justo.
El repollo a veces se vinagraba, así que decidió suprimirlo. Ahí fue cuando se les ocurrió ensayar un picadillo de cebolla de la blanca y tomate riñón. De eso ya hace más de 30 años y el éxito rotundo por el que le hacían largas filas.
En un día normal, es decir, de lunes a jueves y siempre y cuando no haya eventos deportivos, venden entre 400 y 600 perros.
Uno no es suficiente
Y es que el tamaño de los perros obliga a comerse al menos dos. Difícilmente un cliente se conforma con uno. Y algunos, no pueden parar de comer, como Francisco, su sobrino, que tiene el récord de más perros comidos: 22.
“Usted ya no encuentra en ningún lado el sabor de esta salchicha. Ya nadie cocina con petróleo”, asegura Francisco, quien orgulloso por su experticia en el arte de comer cebolludos, explica que en “sano juicio” se come entre dos y cuatro, pero cuando está “prendidito” queda lleno con unos 12 o 14 acompañado de dos gaseosas.
En un día normal en semana les tocaba picar 2 kilos de cebolla y tomate, y hasta 22 los fines de semana, para deleitar el paladar de todos los antojados que los visitan.
La fórmula de los perros con grandes cantidades de cebolla no es exclusiva de este envigadeño. Varios negocios en su municipio y en otros cercanos utilizan la misma receta para atraer a los clientes, pero a Darío la competencia no le preocupa: “Nos imitan, pero no nos igualan. El único cebolludo soy yo”, sentenció orgulloso de su receta.
Paz en su tumba
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