Aunque el bar de salsa más reconocido de Envigado cerró su local por cuenta de la pandemia del Covid19, su dueño aseguró que la casa de la salsa no ha muerto y que habrá son, tertulia, amigos y cerveza para rato. Esta es la historia de Son de La Loma, el rinconcito donde la salsa ha reinado por cuatro décadas y cuyo sonido, por ahora, está en pausa.
Por: Juliana Vásquez Posada | 7 DE JULIO 2020
Los bares y discotecas de Envigado también colgaron sus trapos y banderas rojas en medio de una pandemia que obligó a muchos de ellos a apagar la luz y cerrar sus puertas. La Bota del Día, Guanteros y demás sectores de rumba permanecen en silencio a la espera que el coronavirus no apague definitivamente la rumba ni los sueños de quienes vieron en el entretenimiento una alternativa económica.
Por eso, cuando hace un par de semanas circuló en redes una fotografía del local en desmonte del bar envigadeño “Son de la Loma”, cientos de seguidores lamentaron que este reconocido local también cerrara y se llevara con él una historia de casi 40 años en la que ya ni se pueden contar las canciones, los artistas y los amigos que pasaron por él.
Pero, dice Sergio, su dueño, solo se trató de un malentendido porque su bar no ha muerto y no morirá: “no pudimos llegar a un acuerdo con el propietario del local, por eso lo entregamos, pero cuando superemos esta pandemia y podamos abrir, Son de La Loma volverá”, explicó.
“Mamá yo quiero saber de dónde son los cantantes / Que lo’ encuentro muy galantes/ Y los quiero conocer / Con su trova fascinante, que me la quiero aprender / ¿De dónde serán? ¡Ay!, mamá / ¿Serán de la Habana? / ¿Serán de Santiago? Tierra soberana / Son de la loma y cantan en el llano / ya verás… tu verás… / Mamá, ellos son de la loma / Mamá, ellos cantan en el llano / Mamá, ellos son de la loma / mira mamá, ellos cantan en el llano / Mamá, ellos son de la loma…
Así reza la reconocida canción del Trío Matamoros, que se lanzó a comienzos de los años 20 y que, por supuesto, tuvo mucho que ver en la elección del nombre para este bar cuya historia se remonta a 1982.
Sergio Rendón Ángel era apenas un niño de 10 años cuando su papá Juan Evangelista, un obrero del sector textil, decidió poner una tienda en su casa, por allá en lo que hoy se conoce como el barrio La Inmaculada en plena Loma del Chocho en Envigado. Él se animó a ayudarlo a atender el nuevo negocio familiar siempre y cuando su papá le permitiera poner música, no cualquier música, no, él quería que sonaran sus casetes de salsa y así fue.
Ritmos como el guaguancó, el danzón, el mambo y claro, el son, sonaban todo el día en la tienda de don Juan mientras Sergio atendía a los clientes y les vendía cervezas a 14 pesos a quienes llegaban hasta allí en sus caballos. Ya desde esa época él comenzó a interesarse por la historia de la salsa, pero fue solo hasta 1989 que decidieron trasladar el negocio a otro lugar y convertirlo en el bar Son de La Loma, cuya familia propietaria era originaria de las tradicionales lomas Señoriales.
Son de La Loma ha pasado por tres locales, pero fue en el último, el que tuvieron que entregar hace unas semanas, donde las notas de todos los ritmos afrocubanos traquearon durante los últimos 29 años.
A Sergio, como a quien está destinado desde antes de nacer para cumplir una misión, la salsa lo persiguió en todos los momentos de su vida. Ya desde el colegio, y luego en la Universidad, dio con amigos que disfrutaban de escuchar los éxitos de la Fania All Star, Henry Fiol, la Orquesta Aragón, Cheo Feliciano y tantos otros. Y desde ahí tuvo claro que quería hacer de su bar un lugar para desestigmatizar al movimiento salsero, que había sido fuertemente asociado a la cultura maleva del sicariato y el narcotráfico, cuando en realidad “la música es arte, es vida y no debería relacionarse con la violencia”, explica.
Los especiales de Salsa que se programaban y las tertulias que se propiciaban allí, en ese pequeño bar de la calle Guanteros ubicado diagonal a la Escuela de Artes Débora Arango, trascendieron fronteras locales e incluso internacionales. Hasta Son de La Loma llegaron grandes exponentes del género: cantantes como Henry Fiol, Miguel Ángel Barcasnegras conocido como ‘Meñique’ y Chamaco Rivera; el percusionista José Mangual Jr y el trompetista Alfredo ‘Chocolate’ Armenteros, entre otros, pero el lugar también le abrió las puertas a aquellas bandas locales que querían estrenarse en el inagotable mundo de la salsa. El bar siempre fue la casa de todos.
Hoy Sergio es reconocido como un gran estudioso de la historia salsera en el mundo, un conocimiento que lo llevó a ser colaborador de la emisora “Latina Stereo”, donde desde hace 15 años realiza la edición de ‘El Salsero del Mes’, un especial dedicado a exponentes de este género en el que se cuenta su historia musical y se presenta toda su discografía. Y si le preguntas por un artista o una canción favorita, su respuesta es simple: “imposible, hay muchos solistas y orquestas y de cada uno te puedo decir por lo menos cinco canciones que me encantan”, asegura sin titubeos.
En los 38 años de historia que ya cumple Son de La Loma, Sergio y su esposa Adriana, con quien comparte su vida desde hace 20 años, han conformado una galería musical que puede llegar a las 250 mil canciones, “aunque hay unas 4 mil o 5 mil que son las que más suenan y las que más piden los amigos”, agrega, como si fuera una cifra muy mínima.
Él no habla de clientes, habla de amigos para referirse a quienes visitan su bar. Solo quienes han tenido el placer de pasar por allí, de sentarse un rato a tertuliar, a tomar una cerveza y escuchar alguna de esas joyas musicales que guarda la historia salsera desde hace más de cien años, saben que este es más que un bar, es un lugar que invita a soñar, a recordar, a amar, a hacer amigos, a ser felices, a reír, a recordar, un lugar del que nunca te quieres ir.
Siempre, quiéreme siempre / Tanto como yo a ti / Nunca, nunca me olvides / Dime, dime que sí / Cuando beso tu boca / Nada, nada es mejor / Dame, dame tu vida / Quiéreme siempre, dame tu amor…
Así dice una bella canción interpretada por la Orquesta Aragón, cuyas líneas definen la historia de Sergio con su Son de La Loma, un lugar que no solo le permite sentir y disfrutar de la música de sus amores, sino que le recuerda todos los días el amor por su padre, fallecido hace 20 años y a quien califica como “el culpable de que este sueño siga vivo, por haberme permitido poner mi música mientras le cuidaba su tienda”.
El bar, como creyeron muchos de sus seguidores al ver en redes sociales la fotografía de un local vacío, no se acabó. Hasta ahora se mantiene viva la esperanza de sobrevivir a una pandemia que le puso la vida de cabeza a muchos y que tiene en la cuerda floja a muchos más.
Ni el mismo Sergio sabe si podrá regresar al local que ocupó durante tres décadas o si tendrá que empezar de cero en un nuevo lugar, pero lo que sí tiene claro es que “el bar no ha muerto ni morirá. Yo no pienso en esa posibilidad porque ese es mi mundo, toda mi vida gira en torno a la salsa y al trabajo por la cultura musical”.
Por lo pronto, no queda más que esperar a que la pandemia del Covid19 siga su curso, que en algún momento los bares puedan recobrar su vida y que Sergio pueda abrir las puertas de Son de La Loma a las 6 p.m. de un día cualquiera para poner a sonar El Secreto, en la vos de Henry Fiol, la canción favorita de su papá.
El secreto de la vida / El secreto de felicidad / El secreto de la vida / es vivir en armonía… / El secreto es respeto / Respeto entre hermanos / El secreto es respeto / No somos seres humanos / El secreto es respeto / Respeto entre naciones / El secreto es respeto / Entre todas las religiones / El secreto es respeto / Respeto entre las razas / El secreto es respeto / Tenemos que vivir en paz / El secreto es respeto / Hay que aprender a compartir…