“Ni un solo día me ha dolido ser juez”
“El día que deje de sentir las angustias de la gente, me voy para mi casa”, con esa frase inició la conversación con Luz María Zea Trujillo, la mujer que por 26 años ha estado encargada del Juzgado Civil Primero de Envigado y que desde su pequeña oficina en el tercer piso del Palacio de Justicia Álvaro Medina Ochoa, habla de los dramas de las personas y la importancia de las buenas energías, con la misma fluidez con que argumenta el papel de la justicia como una vocación de servicio a la gente.
PUBLICADO 4 SEPTIEMBRE 2016
“Mi carrera comenzó en Cañasgordas. Cuando me dieron la noticia me fui feliz, porque escuchar a la gente es lo que realmente quería. Luego estuve en Guatapé, La Ceja, La Estrella y Caldas. 30 años en la rama judicial y ni un solo día me ha dolido ser juez”, aclara.
Y en cada palabra se vislumbra el gusto de quien ama lo que hace y aleja de mi mente esa falsa imagen hosca, agría, lejana y acartonada del juez, quien con el resonar de su martillo sentencia la culpa u otorga la gracia. Para Luz María este gusto por escuchar y ayudar marcaría su futuro desde que salió de la universidad y la alentaría para afrontar la tarea que muchos creen divina: la de impartir justicia.
“Todos los días le doy gracias a Dios por llegar a mi trabajo y antes de iniciar las audiencias hago una oración y le pido que me ilumine para ser justa. A veces es difícil, uno tiene una responsabilidad muy grande con el ciudadano, sobre todo porque es un tema (la justicia) muy aporreado en nuestro país por la corrupción, por la morosidad, pero estoy convencida de que cada uno de nosotros debe poner su grano de arena y el mío es desde aquí, desde este espacio”, asegura.
En su trasegar por la rama judicial su labor ha ido más allá de impartir justicia para luchar contra un sistema cada vez más desvalorado en el país. Sus logros se cuentan desde conseguir la sede para el palacio de justicia de Envigado en 1995, fundar el juzgado de pequeñas causas, hasta comprar la moto para el citador con la venta de reciclaje del mismo juzgado y lograr conciliar el 80% de sus audiencias.
“Yo trato de que las personas recobren algo del sentimiento de que la justicia sí existe. Dentro de los procesos que me asignan lo que más me gusta es la conciliación porque yo no soy juez para dictar sentencias sino para ayudarle a las personas con las diferencias que tienen”, explica.
Ser mujer en un mundo de hombres le enseñó a defender el valor de las minorías y de las causas que parecen pérdidas. Explica que entre sus colegas de Envigado e Itagüí trabajan para hacerle entender a la gente que la equidad de género no es solo cuando se imparte justicia por una mujer violentada sino por todas las minorías. “incluso mis compañeros hombres son los que han aplicado la ley para proteger la minorías, mientras nosotras las mujeres nos hemos vuelto más visibles dentro de la rama judicial y en la sociedad. Nuestra filosofía es: entre más jueces más justicia. Cuando yo llegue éramos nueve y ahora somos trece”.
El reconocimiento Envigadeño Ejemplar “a toda una vida” de la Alcaldía de Envigado la tomó por sorpresa, al punto de verla, su vida, pasar por un instante ante los ojos. Los momentos álgidos, como cuando debió vivir escoltada tras ser amenazada en La Estrella por hombres al servicio de narcotráfico en 1988, los deja pasar sin trascendencia en la conversación, pero se conmueve al recordar los casos en los que las personas deben abandonar una vivienda.
“No hay un solo caso que no me haya tocado el corazón, porque todos son diferentes, pero siempre me han parecido muy tristes los de restitución de bienes inmuebles porque cuando dicto la sentencia las personas tienen que salir y mucho no tienen dónde llegar. Cada caso trae una carga muy grande”.
La juez Zea Trujillo, inicia su labor a las 6:30 de la mañana por si alguien la requiere y abandona el juzgado a las 5:00 de la tarde, cuando llaga el tiempo de sus hijos. Asegura que en un año piensa retirarse para dedicarse a leer y a viajar, confiesa que siente “a estas alturas de su vida” que gran parte de la tarea está hecha, aunque nunca completa. “La verdad es que uno debe disfrutar la vida, el mundo está ahí y debemos disfrutarlo”, sentencia mientras sonríe.
Por: Heidi Acosta
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Fotos: Oficina Comunicaciones Alcaldía Envigado