Natasha y Laura, las dos mujeres que quisieron matar a Jesús
Tres disparos sonaron, los vidrios del carro se rompieron en mil pedazos. Paula, desesperada y confundida, se bajó inmediatamente detrás de su padre, a quien segundos antes había inmortalizado en una fotografía. Ahora estaba muerto.
POR CRISTINA MONSALVE
La cruda imagen de él tendido en el suelo la marcó, pero el rostro del hombre que empuñaba el arma con la que habían extinguido la vida del ser que más quería sería la que cambiaría su vida y la obligaría a tomar decisiones trascendentales para su futuro y el del asesino.
Esta es la trama de la película colombiana ‘Matar a Jesús’, que ha recibido más de una docena de premios en festivales internacionales de cine. Es parte de la historia que vivió Laura Mora, su directora, a quien le asesinaron su padre cuando tenía 22 años. Y es el proyecto que le dio un giro a la vida de Natasha Jaramillo, una estudiante universitaria que encarna a Paula, la protagonista de la cinta.
A sus 23 años nunca fue un sueño ni una opción para Natasha ser una actriz de cine. La joven, nacida en el municipio de Vegachí pero criada desde los tres años en el barrio Santamaría de Itagüí, estaba centrada en su deseo de estudiar artes plásticas y pasaba sus días pintando murales, haciendo arte con tizas y andando en bici con los parceros.
“Fue muy extraño. Un día estaba trabajando por Junín, pintando con tiza sobre el asfalto. Ahí Laura me abordó y me dijo que quería que protagonizara su película porque me parecía mucho al personaje. Yo no sabía quién era ella y le dije que nunca había actuado ni me gustaría hacerlo”, cuenta Natasha entre risas, porque tras varias reuniones y algunas pruebas terminó aceptando la propuesta.
Los 22 años que tenía en ese momento, su largo cabello negro, la actitud descompilada y su forma de ver la vida fueron algunos de los elementos que hicieron que la directora, Laura Mora, se viera en ella y la escogiera para recrear su ópera prima, cuyo guion tardó diez años en escribir luego de haber soñado con el asesino de su padre: Jesús.
“A Natasha la vi en el Mamm un día que no estaba haciendo casting y de inmediato sentí que tenía que ser ella, pero se me perdió entre la gente y no le pude hablar. Como dos meses después la vi en el Centro de Medellín y ahí sí pudimos conversar. Se negó muchas veces, pero la terminamos convenciendo”.
Así lo expresa Laura, quien destaca el trabajo de la joven artista y asegura que en cada uno de los países donde han estado recibiendo los premios que ha obtenido la película se convence más de que tomó la mejor decisión.
Natasha confiesa que le gustó mucho la historia, disfrutó conocer las colinas de Santo Domingo y lugares recónditos en el barrio París, recorrer el centro, Barbacoas y la comuna 13, lugares a los que a veces no alcanza a llegar su bicicleta en la que se mueve a diario. Pero también sufrió haciendo las escenas de los momentos más tristes, como la muerte de su padre y que le exigían reflejar el dolor que sentía Paula, el dolor de tantos quienes en medio de la violencia de Medellín han perdido a su padre, a su hermano, a su novio.
“La historia es muy buena. La mayoría de personas acá en Medellín hemos sufrido la pérdida de alguien por culpa de la violencia. En ‘Matar a Jesús’ se ve que hay que conocer más de lo que se ve superficialmente de la otra persona. No ver solo el error sino preguntarse por qué. Tal vez una persona es asesina porque no tuvo amor”, asegura convencida de que la cinta va más allá de una historia de un crimen. Porque es más que eso, es una historia de perdón con el asesino, con su historia, consigo mismo.
Ese precisamente era uno de los objetivos de Laura con su primera película, cuya realización se extendió por nueve meses entre Colombia y Argentina, porque “tal vez el cine no sea tan heroico como uno podría pensar para enviar un mensaje y cambiar el mundo. Pero uno puede conmoverse con la humanidad que está ahí proyectada y reflexionar”.
Y tal vez no cambiaron el mundo, pero sí conocieron una buena parte al participar en más de 20 festivales de cine, entre ellos los más importantes a nivel mundial, en países como Egipto, España, Canadá, México, Estados Unidos y Cuba.
Esto para Natasha fue como un sueño, no solo al recibir los mejores comentarios por su desempeño como actriz natural, sino porque luego de mochiliar por Perú y Ecuador, donde incluso trabajó en semáforos para conseguir dinero para sus travesías, no se imaginó “pasar el charco, llegar tan lejos y estar en el festival de San Sebastián, en Zurich y en La Habana, que es el mejor lugar del mundo, siendo parte de un proyecto tan importante”.
Sin embargo, Natasha espera que su regreso al cine en un futuro no sea en un papel protagónico, asegura que no se ve actuando de nuevo. Aunque su familia se llenó de orgullo con su trabajo y ella describe esta experiencia como una de las mejores en su vida, la joven estudiante de Licenciatura en Artes Plásticas en la Universidad de Antioquia espera terminar su carrera y participar en otras películas, pero desde la parte de producción.
Dice que lo que más aprecia de su vida es su privacidad y no quiere perderla ni que la gente en las calles la reconozca como su personaje. Ella quiere seguir andando en bicicleta con sus parceros por las calles de Itagüí, pintando murales en cada lugar que pueda y continuar haciendo arte para cambiarle la cara a la ciudad. “El reconocimiento es que a la gente le haya parecido bueno el trabajo. Pero ahora la vida sigue normal”, dice. Sonríe.
*A Matar a Jesús le quedan pocos días en salas de cines