El fútbol profesional colombiano cumplió 70 años por estos días. Han sido siete décadas con múltiples campeones, figuras, anécdotas e historias, como la del Hipódromo San Fernando en Itagüí, escenario donde se celebró el primer juego oficial de esta era.
POR JONNY SAMPEDRO— @Jonnysampedro
De la cancha no quedan rastros, del hipódromo tampoco. No hay una señal, una pista, un mural, o una placa que recuerde lo que sucedió allí. ¡Debería!
Nadie sabe a ciencia cierta dónde estaban los arcos, dónde se marcó el primer gol. Los viejos retan la memoria y se contradicen, los jóvenes de hoy desconocen que allí corrió la pelota por primera vez.
Donde ayer se vociferaban goles, hoy se escuchan otros gritos: los de la comercialización de hortalizas, frutas y granos. Desde 1942 y hasta 1960 funcionó allí un hipódromo y a la vez estadio de fútbol, a partir de 1971 una central de abastos: la Central Mayorista de Antioquia.
Para el futbolero es una lástima tener recuerdos mínimos de este lugar. Toca remitirse a los archivos, buscar fechas, confrontar versiones. Lo cierto es que allí empezó todo, fue un domingo 15 de agosto de 1948, cuatro meses después del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán.
La muerte del “Caudillo” convulsionó al país. Fue un golpe duro, se incrementó la violencia y el odio entre partidos políticos. Había que apaciguar la gente, darle un sedante, y entonces el fútbol profesional surgió como alternativa viable.
La División Mayor del Fútbol –Dimayor– se creó el sábado 27 de junio de ese año. En tiempo récord organizó el torneo que sigue vigente hasta hoy. Diez equipos tomaron partida, por Antioquia lo hicieron: Independiente Medellín y Atlético Municipal que hoy es Atlético Nacional. Un año después se incorporaría el Huracán.
Como hipódromo el San Fernando se asemejaba al de San Isidro, en Buenos Aires, Argentina. El lujo, la estructura de sus tribunas, y la comodidad así lo permitían. Como campo de fútbol, el gramado era de los mejores del país.
El fixture quiso que el “Verde” iniciara de local ante Universidad Nacional, equipo bogotano, que jugó sus primeras fechas en Pereira. Mientras tanto, el “Poderoso” visitó a América. Esta situación, más la necesidad de jugar el partido en la mañana, porque el resto de la tarde se empleaba el lugar para carreras de caballos, hizo que este compromiso fuera primero que los demás y que los registros iniciales se dieran allí.
El 5 de enero de 1944 se estrena el campo de fútbol del Hipódromo San Fernando.
Desde el Parque Berrío y la Plaza Cisneros partieron la mayoría de aficionados. Muchos de ellos se desplazaron en buses que llegaban a este alejado lugar de la ciudad, donde abundaban las mangas y escaseaban los hogares.
Lo más parecido a un domicilio era el Galpón Guayabal, una empresa ladrillera que puede considerarse como la pionera del barrio San Fernando, establecido en 1952, gracias a los terrenos donados por Manuel Zeledón.
Las tribunas del hipódromo se llenaron, como era costumbre, de personajes elegantes. Los hombres con sus trajes, corbatas y sombreros, mientras que las pocas mujeres llegaron con sus vestidos largos impecables y guantes pese a que ese domingo la temperatura era alta. Había que estar bien vestidos para la ocasión.
Rueda el balón
La hora en que inició el juego es confusa. Protagonistas de la época aseguran que a las once de la mañana, otros que media hora antes, pero un periódico de ese día anunciaba que el cotejo se jugaba a las nueve de la mañana, y esa versión es más creíble.
Universidad Nacional traía jugadores centroamericanos de experiencia, mientras que Municipal tenía deportistas casi amateurs, joviales, y promocionaba el talento de la comarca. Esto, antes que amilanar motivó al grupo de jóvenes y así se dio la victoria 2-0 ante el oponente que arrastraba más prestigio.
A los 15 minutos de juego Rafael Serna, el tío de “Chicho” Serna, anotaba de penal. Ahí se sentenciaron cuatro hechos: el primer penalti en el profesionalismo, el primer gol en la historia del torneo, el primer tanto del club verde en el fútbol pago, también la primera victoria del cuadro antioqueño en el principal torneo de la Dimayor.
Los 8.000 asistentes, casi la misma población con la que cuenta hoy en día el barrio San Fernando, salieron felices con el segundo tanto, anotado por Carlos “Pájaro” Rodríguez (38’). Se justificó la inversión para los hinchas, que pagaron $3.00 para la tribuna Especial; $1.50 tribuna General, y $0.50 para Sol.
El domingo siguiente Medellín se estrenó en el profesionalismo en condición de local. Venció 3-2 al Junior con goles de Manuel Marín, José Zapata, y Canito. Otra jornada de fiesta en el San Fernando.
Pero los días alegres no se prolongaron demasiado. Porque, a decir verdad, a los equipos antioqueños nos les iba bien por entonces. Medellín lo intentaba con jugadores peruanos y lo máximo que logró fue un cuarto lugar en 1950, de resto posiciones muy discretas.
Igual sucedió para Nacional, que por convicción jugaba con deportistas colombianos solamente, cuando los demás tenían estrellas del fútbol suramericano. Eso llevó a derrotas abultadas por ambos lados, como el 0-10 padecido por los “Puros Criollos” ante Boca Juniors de Cali; o el 0-7 que Millonarios le propinó días después, en 1951.
Para el Medellín quedó la cicatriz del 3-7 ante los “Embajadores” en 1948 y del 1-6 ante este mismo rival un año después. Eran días en los que los cuadros antioqueños poco podían competir ante jugadores como: Alfredo Di Estéfano, Adolfo Pedernera, Julio Cozzi, Alfredo Castillo o Néstor Rossi.
Pasaron los años (1948-1952) y el torneo siguió su curso. Los malos resultados, las pocas asistencias y flojas recaudaciones se hicieron constantes en esta tierrita. Huracán y Medellín no tuvieron fondos para jugar en 1952. Nacional aguantó al borde del nocaut, ante este panorama Millonarios dio una mano.
El último partido oficial jugado en el San Fernando fue precisamente ante los azules. El “Verde” debía jugar en Bogotá frente al onceno capitalino, pero ya siendo campeón, “Millos” se solidarizó, invirtió la localía y permitió que la recaudación fuera para el cuadro paisa.
Así se despidió el San Fernando del fútbol profesional colombiano. Con este gran partido (2-2), con este gesto noble y altruista. Fue un 8 de diciembre de 1952. Para el año siguiente se inauguraría el estadio Atanasio Girardot, allí mudarían Nacional y Medellín sus glorias y derrotas.
Ya no volverían por el hipódromo ubicado en el límite entre la “Bella Villa” e Itagüí. Los alrededores del lugar serían ocupados de a poco. Una empresa y unas cuantas viviendas, otra fábrica, y un par de casas. Así hasta componer un barrio con compañías importantes, constante tráfico vehicular, bares y gente luchadora.
El fútbol profesional perdió su huella lentamente hasta extinguirse de este suburbio. Lo más parecido que queda es una cancha distanciada de donde era el hipódromo, y un club, el San Fernando, que mantiene viva la tradición futbolística del barrio.
Fotos. Archivo Biblioteca Pública Piloto