‘Chape’, el equipo de todos
9:54 de la noche del 28 de noviembre de 2016. Hora y fecha que quedarán en la historia de la aviación, en la historia del deporte. Esa noche el vuelo 2933 de LaMia se estrelló contra el Cerro Gordo, en La Unión, contra los corazones de colombianos y brasileros, contra nuestra pasión.
El vuelo estaba programado para aterrizar, inicialmente a las 6 de la tarde hora colombiana en el aeropuerto José María Córdova de Rionegro, pero hubo un inconveniente al salir desde Sao Paulo a Bolivia, por lo que hubo un pequeño retraso.
Varios periodistas aguardaban en el aeropuerto del oriente antioqueño por la llegada del sorprendente equipo de Chapecó, en la estado de Santa Catarina. Y es que el Chapecoense no era ni siquiera un equipo mediano en Brasil, en comparación con clubes como Sao Paulo, Corinthians o Gremio, este club con 43 años de existencia alcanzaba si mucho a considerarse pequeño, pero ya había asustado a los grandes.
En sólo seis años ascendió desde la cuarta a la primera categoría, disputó en 2015 su primer torneo internacional, la Copa Sudamericana en la que llegó hasta los cuartos de final donde fue eliminado por River Plate. En 2016 disputaría su primera final continental, la Copa Sudamericana, ante Atlético Nacional, actual campeón de la Copa Libertadores, el partido que nunca se jugó.
Pero no todo fue una casualidad, o unos momentos de buena suerte que se conjugaron en favor del Huracán del Oeste, como es conocido este club. Entre 2003 y 2004, tras una serie de malos resultados deportivos y problemas administrativos, el club estuvo a punto de liquidarse. Pero aparecieron unos empresarios de la zona que compraron el club, pagaron las deudas que ascendían a un millón y medio de dólares, sanearon el club y lo encaminaron a la primera división.
Caio Junior, su entrenador, conformó un plantel que mezclaba juventud y experiencia con el que consiguió un juego vistoso y efectivo que le permitió vencer en la Seria A 2016 a equipos como Sao Paulo, Botafogo, Fluminense, Internacional y Cruzeiro, entre otros. Este entrenador, con 16 años dirigiendo pasó por 19 clubes de países como Japón, Catar, Emiratos Árabes y Brasil, con resultados tibios en la mayoría de los grandes que dirigió, pero con un juego que le permitió siempre tener un club al cual dirigir. La campaña 2016 era la mejor de su historia como director técnico. En la rueda de prensa tras eliminar en su casa, Arena Condá a San Lorenzo dijo: “Si muero hoy, moriría feliz”.
En la Arená Condá caben 21.500 personas. En una ciudad como Chapecó con poco más de 200 mil habitantes, pero en la que existen otros cuatro equipos, que incluso son de mayor historia y trayectoria que Chapecoense. Entre el Avaí (1923), el Criciúma (1947), el Figueirense (1921) y Joinville (1976) se dividen la mayoría de hinchas en Santa Catarina.
Y fue la Arena Condá la que vivió uno de los momentos más emocionantes de la Copa Sudamericana 2016. En el minuto 93:07 Josimar cometío una falta luego de un contraataque rápido de San Lorenzo. Todo el equipo argentino subió al área a buscar el gol que le diera el paso a la final. Martín Cauteruccio lanzó un centro al área, el balón en un rebote quedó en la línea del área chica y Marcos Angeleri remató mordido, allí estaba Danilo, el portero que con el pie despejó el balón en la línea de gol. Luego con rechazos de Willian Thiego y Neto el balón salió del área y así se fue todo peligro.
Daniel Fedorczuck se llevó el pito a la boca, levantó sus brazos y señaló el centro de campo, fin del partido, Chapecoense era finalista de la Copa Sudamericana. La alegría futbolística más grande de una región de Brasil, que sólo cinco días después se convertiría en la mayor tragedia. Un hincha del club escribió en su cuenta de twitter el 29 de noviembre, sólo 8 horas y media después de la tragedia: “Daría todo para que aquella bola de San Lorenzo entrara en el último minuto”. Palabras que, creo, todo el mundo acoge, tal vez así todo el dolor habría podido evitarse. Habrían caído muchas lágrimas por la eliminación, pero bueno, el fútbol te da segundas oportunidades, un accidente de avión por lo general no, aunque del vuelo 2933, cinco personas puedan decir lo contrario.
En ese vuelo también murieron 20 periodistas, entre ellos Deva Pascovisci narrador de Fox Sports, quien inmortalizó ese momento de la tapada de Danilo con un relato emotivo y pasional que no solo recordará el mejor momento deportivo de Chapecoense, sino también a los 20 profesionales de los medios que fallecieron en ese trágico accidente.
Chapecoense es hoy, tal vez, el club más popular del mundo, y lastimosamente no lo es por sus logros deportivos, sino por un accidente que segó la vida de casi toda su plantilla y cuerpo técnico. Pero algo positivo ha traído para un club, que sin sus principales activos, sus jugadores, está casi en la bancarrota. Umbro, la marca deportiva que confecciona sus uniformes agotó existencias de todas sus referencias en la página web. También, su nuevo presidente Iván Tozzo, anunció que en solo 24 horas 13 mil personas habían llamado o escrito con la intención de convertirse en socios del club.
Muchas personas hoy han adoptado a este como su segundo club, con la clara ilusión de que éste pueda mantenerse gracias al apoyo de equipos de Brasil, Argentina, Portugal y otros países que han ofrecido prestarles jugadores por el 2017 sin ningún costo, así como la petición de los clubes paulistas que pidieron a la Confederación Brasilera de Fútbol que blinden a este equipo de descender por tres temporadas.
Chapecoense, encarnó con su tragedia, aquellos que tantas personas piden en los estadios del mundo, unión y convivencia en la victoria y en la derrota. Hinchas de todos los equipos y ciudadanos de todos los países se unieron en medio del dolor para lamentar a una tragedia y apoyar a los familiares de quienes partieron.
Y Medellín y Colombia fueron ejemplo ante el mundo al asumir como propia ese dolor. Tantos años de muertes, de víctimas de la violencia partidista, de la guerrilla, del paramilitarismo, del narcoterrorismo que han tocado a casi todas las familias del país nos han permitido siempre ser solidarios en la tragedia y nunca indiferentes ante el sufrimiento del prójimo. Por eso tantas lágrimas rodaron en Brasil como en Colombia, por eso en una semana trágica en la que ellos murieron, nació una alianza entre ambos países, entre Chapecó y Medellín, entre Chapecoense y Nacional que perdurará en honor a las 71 víctimas como homenaje a su partida. ¡Fuerza Chape!
Diego Sandoval
periodicociudadsur@gmail.com