Casa Blanca, el hogar de Débora Arango que ahora es de todos
Con una copa de vino en la mañana y de manera pausada recorrió por última vez la casa en la que pasó sus vacaciones de niña y sus últimos doce años de vida. El patio central, las habitaciones, los inmensos salones, todo, cada detalles, cada cuadro, mural, zócalo, le traen a la memoria a su tía. A la gran artista envigadeña Débora Arango.
POR ALEJANDRO CALLE
Doña Cecilia Londoño confiesa que pese a cumplir el sueño de su Débora, le cuesta desprenderse de la Casa Blanca, el lugar que desde mediados del Siglo XIX pertenece a su familia y en el que se convirtió en el refugio de la pintora más irreverente e importante del país.
Son muchos los recuerdos e historias que incluso la meten no alcanza a clasificar y seleccionar entre los más bonitos y en los que pueda pasar desapercibidos. Casa Blanca fue una de las primeras fincas en Envigado, actualmente está ubicada cerca al Consumo, pero en sus inicios llegaba hasta la iglesia de San Marcos. Allí habitaban vacas, perros, gallinas y la familia Arango, que tuvo que ir vendiendo poco a poco el predio por cuenta de las valorizaciones.
Débora Arango nación en Medellín en 1907 y sus primeros años de vida fueron en una finca en La Estrella propiedad de su hermana Carina. Allí se curó de un paludismo que por poco la mata, mientras adelantaba sus estudios en el Colegio María Auxiliadora.
Fue allí precisamente donde gracias a su maestra, una monja italiana, se atrevió a comenzar a pintar, descubrió su talento, pero también su irreverencia, la misma que plasmó en obras como Levitación y Las monjas y el cardenal, que provocaron los primeros escándalos de su carrera como artista.
Luego de varios años conoció al maestro itagüiseño Eladio Vélez, y a través de él conoció a Luz Hernández, la primera modelo de desnudos del país. Débora no dudo un solo instante en pintarla, en exponer las obras y revolucionar las galerías de arte y la opinión pública en un país que no aceptaba que una mujer mostrara su cuerpo ni mucho menos que una de ellas se dedicara a oficios diferentes al de criar hijos y a cocinar. Pero a esas críticas, la maestra respondió: “El arte nada tiene que ver con la moral”.
Con el paso de los años llegó a Casa Blanca, esa hermosa finca de fachada blanca sobre la carrera 43 de Envigado. Allí pintaba cerámica en el corredor mientras le hacía compañía a su padre, pero también comenzó a pintar sus zócalos, las paredes se convirtieron en murales, los mismos que aprendió del maestro Pedro Nel Gómez.
La casa del mayordomo se convirtió en su rincón para pintar sus óleos al son de las locuciones de la radio que daban cuenta de la realidad de un país convulsionado con los conflictos sociales, la guerra entre campesinos y políticos, y las enfermedades y el hambre.
Por esa misma radio el 9 de abril de 1948 se enteró de la muerte sorpresiva del candidato liberal Jorge Eliécer Gaitán, la revuelta del pueblo y el caos en la capital por cuenta del famoso “Bogotazó”. Esas realidades fueron quedando en las obras de Débora, las mismas que llegaron a las principales salas de museos del país, pero que conquistaron las principales galerías de Estados Unidos y Europa.
Ese legado, que muchos ignoran o se niegan a reconocer, permanece en gran parte en Casa Blanca, un lugar que como dijo el alcalde de Envigado, Raúl Cardona, se convirtió en un misterio y generó curiosidad entre todos los vecinos por saber qué pasaba detrás de ese larga pared blanca. Por ello, tras la muerte el 4 de diciembre de 2005 de la artista, el Municipio se dio a la tarea de convertirlo en un patrimonio público.
En 2015 se dio el primer acercamiento, pero solo hasta ahora la Alcaldía de Envigado, con aportes de la Gobernación de Antioquia y el Área Metropolitana, pudo adquirir el predio de casi 600 metros cuadrados por un valor de 13.750 millones de pesos. La casa principal, el jardín que era el lugar favorito de Débora, la casa auxiliar que se convertirá en aula ambiental, ahora son de los envigadeños pero que podrán disfrutar todo quien quiera conocer la obra de la maestra.
“Pero no solo son los inmuebles. Dentro de la negociación, la familia donó 600 bienes muebles enseres como cuadros, porcelanas, vajillas, muebles, camas, que junto con dos acuarelas, tres oleos y 30 dibujos, dan cuenta de la vida y legado de la artista más importante que ha tenido el municipio”, resaló el alcalde.
Casa Blanca se convertirá en pocas semanas en una casa museo abierto al público y que hará parte del corredor cultural junto con el Parque Cultural Fernando Gonzáles Otraparte, la casa de Cultural Miguel Uribe Restrepo y el Parque Biblioteca Débora Arango.
Ahora los colombianos podrán tener un acercamiento más íntimo a la vida y obras de la artista que aparece en el popular billete de dos mil pesos, pero que pocos tienen referencia, pese a su legado artístico e irreverente. “Esperemos que la visiten y la cuiden como nosotros lo hicimos durante todos estos años”, señala doña Cecilia, mientras intenta no quebrar la voz.