Camino a la laguna encantada
Semanas antes de emprender la ruta, la curiosidad se hizo mayor tras conocer dos de las leyendas que rodean la laguna situada en la cuchilla de El Romeral, la reserva natural de 5171 hectáreas que comprende predios de La Estrella, San Antonio de Prado, Amagá, Heliconia, Angelópolis y Caldas.
El recorrido, en bicicleta, iniciaba en una cafetería cerca al parque de La Estrella, donde era necesario hacerse a algunas provisiones para aguantar las siete horas de trayecto. La inclinación de la pendiente rumbo a la Escuela de Policía Carlos E Restrepo daba cuenta de lo difícil del terreno, especialmente cuando nos acercáramos al objetivo.
Al ingresar a la zona rural, el aire se ponía más frío, el camino más rocoso y aparecía el espeso bosque donde se asentaron los primeros habitantes del Valle de Aburrà, mucho antes de la llegada de los españoles. Según Corantioquia en El Romeral habitan 645 especies de plantas, 43 de ellas endémicas para el departamento de Antioquia y de las cuales 21 son exclusivas de esta zona.
Además de algunas vacas, caballos y roedores, el camino siempre estuvo acompañado por el cantar de las aves, que según la Entidad ambiental, son más 126 especies, de las cuales por lo menos tres son endémicas para Colombia con algún grado de amenaza de extinción: la copetona, el saltarín dorado y el toche pico de plata.
En la trocha permanecen las evidencias de los carboneros y extractores de madera, atraídos por los robles, laureles, guayabos, cedros, guaduas, sietecueros y otros gigantes que cubren este puñado de montañas. Pero cuentan sus pocos habitantes, en la zona media y en casas distantes una de la otra, que los cazadores llegaban en busca de venados, osos, guaguas y tigres, los cuales solo esperábamos que no aparecieran en el camino.
La ruta no era clara en el filo de montaña, donde ya era imposible pedalear y obligaba a llevar la bicicleta en la mano, dificultando aún más el ascenso. El sol, la falta de agua y la poca reserva de fuerzas en las piernas, hacían dudar de llegar a la cumbre.
Sin embargo, impulsados por conocer aquel lugar donde los más viejos aseguran que permanece una gallina dorada y un tesoro por el ahogamiento de varias mulas con lingotes de oro, continuamos rumbo arriba. Cuatro horas después, y tras cruzar por un estrecho camino, apareció la laguna y atrás de ella una imponente panorámica del valle de Aburrá.
A este lugar llegan semanalmente, caminantes en busca del único tesoro que allí existe y del cual permanece la evidencia: un profundo silencio, el espeso bosque, y las aves y mariposas que sobrevuelan la laguna, la laguna encantada.
Alejandro Calle Cardona