Alto de San Miguel saturado de turistas: alcaldía estudia control de aforo


Alejandro Calle Cardona

Ciudad / agosto 18, 2021

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Aunque para los comerciantes la reactivación gradual del Alto de San Miguel ha significado un alivio económico, la comunidad de la vereda La Clara y las autoridades muestran su preocupación por la llegada de cientos de personas al lugar cada fin de semana. La Alcaldía de Caldas ya trabaja en estrategias para controlar el aforo.

PUBLICADO 19 DE AGOSTO 2021 | Por: Isabel Guerra

Al son del vallenato, el reguetón y la electrónica, y en medio del humo de la leña del tradicional paseo de olla, cientos de familias llegan al Alto de San Miguel en Caldas cada fin de semana para vivir esta tradición colombiana a orillas del nacimiento del río Aburrá- Medellín, principal atractivo para todos los visitantes.

Ya sea en bus, vehículo particular o a pie, desde muy temprano, los domingos, se vislumbra a las personas con ollas, carpas, insumos para cocinar sus sancochos e incluso objetos para la celebración de cumpleaños, con el fin de vivir un día entre familia y amigos en medio de esta reserva ecológica.

“Nos vinimos a un día de sol aquí porque es muy agradable venir a estos charcos, nos juntamos cinco familias para venir y compartir con la naturaleza que tiene este lugar tan bonito mientras estamos con la familia”, afirmó Gustavo Restrepo, un visitante del lugar, mientras montaba junto a su familia el sancocho y con la tapa aireaba el fuego, esperando tener el almuerzo hecho en leña listo para el medio día.

Pero con la eliminación de las restricciones, en los últimos meses la afluencia al Alto de San Miguel se ha incrementado, pareciera ser que, en el lugar, muchos esperan recuperar el tiempo perdido por los encierros y los confinamientos de la pandemia, volviendo a este sitio tradicional para los habitantes del Valle de Aburrá.

Con bosques nativos y una gran cantidad de fauna y flora, esta reserva natural alberga el 16% de la biodiversidad reportada para el país. En el lugar habitan 49 especies de mamíferos, 130 especies de mariposas, 130 especies de aves y más de 620 especies de plantas como helechos, musgos y orquídeas. En el 2012 fue hallada una nueva especie de insecto de la familia de los membrácidos y cuyo nombre científico fue en honor a su lugar de hallazgo: Bocydium sanmiguelense.

 

“En los primeros meses se tuvo el lugar cerrado hasta agosto o septiembre, luego se dejaba ingresar gente con la reapertura gradual, pero ha sido en los últimos tiempos en que han aumentado más los turistas. Cuando hay puentes festivos se tiene un control con tránsito para carros y motos porque al ingresar se congestiona aún más el lugar”, expresó Estefanía Serna, Auxiliar de Turismo de la Alcaldía de Caldas y habitante de La Clara, vereda donde está ubicado este refugio natural.

Piden controles ambientales y de aforo

Aunque para los comerciantes la reactivación gradual del lugar ha sido un alivio, la cantidad de personas que llegan cada fin de semana tiene preocupados a algunos habitantes del sector, por lo tanto, la administración municipal trabaja en estrategias para controlar el aforo de las personas con el fin de preservar el cuidado de la salud en medio de la pandemia y proteger el medio ambiente.

“Mucha gente de la vereda está en desacuerdo con la llegada de tantas personas porque es un turismo que aún no está controlado, hay que ordenar más, por eso el municipio de Caldas está mirando el estudio de capacidad de carga para controlar el ingreso ya que la gente de la vereda prefiere no salir los fines de semana porque los visitantes son muchos”, dijo Estefanía Serna Restrepo, Auxiliar de Turismo de la Alcaldía de Caldas y habitante de La Clara.

Las autoridades municipales han mostrado su preocupación no solo por las aglomeraciones y la falta de acatamiento a las medidas de bioseguridad en el lugar en medio de la pandemia, sino también por el impacto ambiental que se está causando por las fogatas y la recurrente quema de la leña que afecta la biodiversidad del Alto de San Miguel.

8.000 personas pueden llegar un día del fin de semana al Alto de San Miguel

Precisamente, se ha hecho el llamado a controlar los sancochos de leña en el sitio, pues tienen una afectación directa a la flora por la liberación de dióxido de carbono, siendo nocivo para el medio ambiente y afectando directamente la biodiversidad de este espacio natural.

“Estamos adelantando jornadas de sensibilización sobre el cuidado y protección de los recursos naturales tanto a la comunidad del sector como a los visitantes, a través de diferentes estrategias como guardabosques, siembras de especies arbóreas y recolección de residuos en articulación con el Ejército Nacional, grupos ambientales”, afirmó Sandra Milena Aranzazu, funcionaria de la Secretaría de Planeación de Caldas.

Mientras la Alcaldía de Caldas define las medidas para preservar este paraíso natural, entre las cuales estaría la inscripción previa para el ingreso, la comunidad espera que los visitantes el próximo fin de semana disfruten del río, pero evitando la quema de leña que causa daños a la biodiversidad del lugar.

Afluencia, un respiro para los comerciantes

Todos los fines de semana, desde las seis de la mañana, Alexandra Suarez llega a la casa de su hermana en Caldas donde guarda todos los implementos de su puesto de trabajo, un negocio familiar que atiende junto a sus dos hermanas y su cuñado. A las ocho ya se encuentran en el Alto de San Miguel preparando todo para darle la bienvenida a los visitantes con la venta de empanadas, pasteles, patacones con pollo y arepas con salchichón, a las 9:30 comienzan a montar el sancocho para todo visitante que quiera completar su paseo con un tradicional almuerzo colombiano, mientras transcurre una jornada laboral que siempre finaliza a las 6 de la tarde.

La ventera, que lleva 10 años trabajando en el lugar, se vio enormemente afectada por la pandemia y el cierre de este refugio natural, por eso, tener la oportunidad de volver a sacar su puesto de trabajo y recibir a cientos de turistas y visitantes, es un alivio para su subsistencia y la de su familia.

“La pandemia fue difícil, como esto era cerrado y la gente no subía nos tocó hacer lo que no queríamos hacer, nos tocó ponernos a reciclar para pagar el arriendo, comprar la comida para la familia, más uno que tiene niños. Este lugar lo volvieron a abrir hace cómo dos meses, por el momento está un poquito apretadito porque estamos pagando deudas, una cosa, la otra, pero ya estamos despegando otra vez después de la pandemia”, afirmó.

Por eso, la posibilidad de un nuevo cierre o un control de aforo que restrinja la llegada de los turistas la ve como problemática y dice que se vería afectada. Otro caso es el de Fernando Arboleda, un ventero de obleas, chicharrines, pandebonos y cocaítas que lleva 30 años trabajando en el lugar.

“Yo subo normalmente los festivos, fue muy duro con la pandemia, acá no se trabajaba en ese tiempo, fue un año sin trabajar acá. Ya abrieron pero está muy duro esto, uno de aquí se llevaba antes unos 300 mil pesos cada fin de semana, ya no, ya si mucho 40 o 50 mil pesos”, expresó el ventero.

Para Arboleda, un control de aforo los afectaría de nuevo tras el difícil año que atravesaron los vendedores informales por las restricciones del covid-19, por eso pide que lo dejen trabajar para poder llevar el sustento a su casa.

“Claro, ¿que cierren esto o que hagan que no lleguen tantas personas? eso nos afecta a nosotros. Por una parte yo soy operado de corazón abierto y no me dan trabajo en otra parte tan fácil, la única que me queda es trabajar aquí, porque en el centro no lo dejan trabajar a uno, en Caldas no lo dejan trabajar a uno, aquí llevo 30 años con mis cositas”, indicó.

 


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