La Normal Superior, la escuela de profesores transforma 65 años de historia
La Normal Superior, una de las instituciones más emblemáticas de este municipio, avanza en su proceso de demolición y reconstrucción. La comunidad educativa espera regresar a su sede en el primer semestre de 2019.
POR JULIANA VÁSQUEZ POSADA
Ángela y Licinia tomaban todos los días el bus en el barrio Simón Bolívar de Itagüí hasta la Plaza de Mercado de Envigado. Habían estudiado juntas en la escuela primaria y ambas comenzaron el bachillerato en La Normal Superior de Envigado en 1976. Caminaban desde La Plaza porque aunque no era el paradero más cercano en la ruta de ida, sí era el lugar desde el que podían llegar más rápido. El bus hacía paradas muy largas y en el afán de no llegar tarde a clases era preferible caminar más.
Licinia se cambió de colegio en noveno grado, Ángela María, en cambio, terminó su formación y se graduó en 1981 junto con sus amigas Patricia Salazar y Martha Hilda Henao, portando un uniforme de cuadros rojos y zapatos negros, similar al verde que usan las estudiantes de hoy.
Alumnas y profesores le han dado vida a esta institución desde hace 65 años, cuando fue fundada bajo el nombre “Colegio Familiar Dionisio Arango Ferrer” en el barrio Los Naranjos. Hoy es reconocida y recordada por su vocación para formar docentes: “en esa época empezábamos las prácticas para ser profes desde que estábamos en octavo, nos llevaban a unas escuelas anexas que quedaban a unas pocas cuadras”, explica Ángela.
“Uno de los profesores más recordados de La Normal es don Pedro, nos enseñaba educación física cuando el uniforme todavía era ese vestido blanco con falda de tablas y shorts debajo y no las sudaderas que usan los estudiantes hoy”. Y claro, es imposible olvidar a un docente que educa a tantas generaciones diferentes. Pedro fue, además, el profesor de educación física de Claudia, la hermana menor de Ángela y de Lorena, su hija, ambas graduadas en la I.E. Manuel Uribe Ángel.
Y es precisamente allí, en el MUA, donde hoy siguen escribiendo su historia todos los estudiantes y docentes de “La Normal”. El motivo: el avance de las obras de demolición y reconstrucción de esta institución educativa, que comenzaron desde octubre del año pasado.
En los pocos muros café y ocre que siguen en pie están rayados varios mensajes, con lapicero, marcador o aerosol, todos con letras deformes pero con un amor y nostalgia por lo que era su viejo colegio. “Te amo Normal”, “Normalista de corazón”, dicen algunos porque los demás quedaron bajo los escombros o en cartas que también sus estudiantes le dedicaron antes de abandonarlo.
El Ministerio de Educación, el Área Metropolitana y el Municipio de Envigado aportaron los recursos para construirla de nuevo, ya que no había sido restaurada desde su fundación y en ella solo se construyó un bloque de laboratorios en el 2007, el único que permanecerá en la nueva obra.
La reubicación de toda la comunidad educativa fue necesaria puesto que la obra se realiza en simultáneo en toda la institución y no por etapas. De acuerdo con la Secretaría de Obras Públicas de Envigado, el tiempo estimado para que los envigadeños puedan ver la nueva Normal es de 18 meses, es decir que, si todo sale según lo previsto, los estudiantes podrán regresar a la nueva sede entre marzo y abril del próximo año.
Algunos estudiantes terminarán el año escolar en la sede del MUA y se graduarán sin tener el privilegio de regresar a clases a su antigua institución educativa, pero más de 2.200 normalistas disfrutarán desde el próximo año de 58 salones de clases, laboratorios, zonas comunes y otros espacios seguros.
Allí seguirán formándose en una de las instituciones más tradicionales del municipio, de donde han salido muchos de los docentes que hoy enseñan en tres colegios de la región. Serán nuevos espacios, tal vez con otros colores, otra magia, pero seguirá siendo la experiencia normalista.
OBRA DEJA AFECTADOS
En el proceso de demolición se presentó un colapso del muro de cierre de la Institución Educativa en la madrugada del 12 de abril que dejó afectadas dos viviendas, un local comercial y una población de diez familias. Las familias afectadas y que tuvieron que ser evacuadas, permanecen albergadas en un hotel a la espera de que inicien las obras de reparación.
Sin embargo, se quejan porque aseguran que en repetidas ocasiones advirtieron del riesgo de colapso del muro, pero nadie parece haberlos escuchado. David Suárez Trujillo es uno de ellos, vive por ahora en un hotel, pero reclama que su casa sea reparada rápido.
“Es triste que pretendan hacer una obra gigante sin tener en cuenta a los vecinos, pero peor aún que hagan daños y quieran arreglarlos sin los protocolos y las normas”, dijo este hombre, quien vivió, al igual que su familia, un gran susto cuando el muró cayó. Por eso pide que los niños como su hija menor tengan atención psicológica. “Ahora no puede escuchar cualquier estruendo porque entra en pánico”, me duele verla así.